Dos días me llevó a pensar que "escribir" sobre la entrega cinematográfica en Live Action (acción real) de "Ghost In The Shell" con el irrisorio título -al estilo y tradición mexicana- de: "La Vigilante del Futuro". Con sentimientos encontrados, unas consultas al manga, “fast forwarding” a las películas animadas (las dos de Mamoru Oshii) y a las series de anime (exclusivamente a SAC: Stand Alone Complex y SAC: 2nd GIG), todo esto me llevo al presente texto.
El primer promocional oficial nos presentó casi en su integridad cuadro a cuadro, una posible adaptación de la película animada de Ghost In The Shell (1995), la secuencia del inicio, con todo y la música de Kenji Kawai... Qué giro!, Qué vuelco para mi persona, que ya estando en la sala cinematográfica, se nos privó de esa versión del promocional! Hasta aquí, toda intención personal de continuar con "spoilers".
Ghost In the Shell se percibe a través de su fotografía, de sus escenarios, con reconocibles e icónicas secuencias, de sus personajes y personalidades... Se respira el Cyberpunk! En este punto podemos reconocer el gusto -y amor- del director Rupert Sanders por la obra de Masamune Shirow, donde me atrevería decir que se nota cierta ¿desesperación? de integrar en una sola entrega TODO el universo de Ghost In The Shell, la necesidad de cortar y pegar de las distintas entregas visuales del Manga y Anime, en un afán de acoplarse al modelo Hollywoodense, que todo necesita -o procura- ser aclarado, de la necesidad de explicar al neófito las raíces de la obra. Quizás, aquí es donde radica el pecado de Sanders, en intentar llevar a la pantalla grande un obra tan vasta y compleja, donde las bases del Cyperpunk -exclusivamente el Neuromante- de William Gibson llegaron a permear al manga y anime donde lo encontramos exquisita y visualmente presente en las obras de Mamoru Oshii. Todo eso, en 107 minutos, sinceramente no puede contenerse.
Sin embargo, estoy casi seguro que esta 'Live Action' de Ghost In The Shell se convertirá en película de Culto, claro, a su debido tiempo y en su propio nicho -occidental- de seguidores y amantes de la obra de Masamune Shirow y de Mamoru Oshii, que por cierto, yo me declaro fervientemente uno de ellos.
